sábado, 31 de julio de 2010

PARTE PRIMERA (El doctor)


Todo ocurrió por la mañana, cuando recibió una llamada en la
que le dijeron todo lo que tenía que hacer. Lo primero que hizo fue fingir
un tremendo dolor de estómago, tan fuerte como para que tuviesen que
traer al médico a oscultarle. Una vez llegó el médico, El Orador le pidió
que le mandara al hospital, pero este se dio cuenta que en realidad no tenía
nada y no quería formar parte de un complot, por lo que fue a avisar al
guarda. El Orador se vio obligado a agarrar por el cuello al doctor, y girar
bruscamente su cabeza hasta matarlo. Una vez muerto se produjo un
intercambio de ropa, y el Orador con la mascarilla puesta, le dijo al guarda
que le dejase descansar y que no se preocupasen por su higiene, pues sería
peor moverle o cambiarle de postura. El guarda, viendo la seguridad que
tenía aquel doctor, no dudó de su palabra.

Mientras tanto el Orador se marchaba y dejaba en el cuerpo del médico
una tarjeta que tenía en el bolsillo de la bata, donde apuntó el número de
teléfono de aquel hombre misterioso que le hizo la llamada, para que Steve
Rod lo viese. En la tarjeta ponía: “Me acabo de convertir en un matasanos.
Llama y ¡Desaparece!”.
Todo lo que vino a continuación fue más sencillo. Permaneció escondido
en su despacho hasta que le llamasen por megafonía, como le habían
ordenado.
Después de haberle explicado todo lo ocurrido, el hombre misterioso, les
llevó hasta uno de los más grandes centros comerciales de Nueva York.
Serían alrededor de las cuatro de la madrugada cuando llegaron allí.
Entraron por la puerta trasera, y bajaron hasta unos almacenes. Apartaron
unas cuantas cajas que estaban junto a una pared y el hombre de la
gabardina, golpeo unas cuantas veces en la pared y se abrió como si de la
gruta de los enanos del libro de Tolkien se tratara. Bajaron unas escaleras,
hasta llegar a un ascensor, que les adentró bajo tierra. Una vez abierta, un
extraño aparato que se movía de un lado a otro parecía como si te
reconociese, el hombre misterioso le llamó cámara de vigilancia
inteligente. En aquellos años ochenta no se solían ver cámaras de ese estilo
por cualquier sitio. Cuando entraron un hombre sentado en un enorme
sillón les invitó a que se sentaran. Comenzó a hablar: “Buenas noches
señores, agradezco su visita a estas horas de la noche. No todo el mundo
hubiese venido hasta aquí sin decir ni una sola palabra”, el hombre
misterioso se quitó un intercomunicador y lo depositó encima de la mesa.
“Gracias Ekusonihs. Orador, Steve Rod, os presento a mi mano derecha
Ekusonihs, lleva muchos años trabajando para mí, por favor deja que te
vean bien estos hombres”. Ekusonihs se quita el enorme sombrero y la
braga que le cubría la mitad de la cara que no tapaba la sombra. “Como
podían imaginar por el nombre, mi mano derecha es japonés, el mejor, más
fuerte y más ágil que cualquier japonés que jamás habréis visto”. Rod, se
extraño que una persona tan obesa como era Ekusonihs pudiese tener esas
características (años más tarde la figura de Ekusonihs sería tomada como
ejemplo en series de televisión tan importantes como Martial Law o la
temible saga de Agustín Poderes más conocido como Austin Powers en la
figura de Gordo Cabrón). “Por cierto mi nombre es Stone, Fredy Stone".

lunes, 26 de julio de 2010

PARTE PRIMERA ( La huída )

huidaLo cogieron al primer tono. –“Al habla Rod…Sí me ha costado convencerle
pero lo he conseguido…De acuerdo, ¿Puedo saber con quién tengo el
placer de hablar?… ¡¡¡Sí, podré esperar!!!…Una última cosa… ¿cuanto
tardarán?…¡¡¡Sí, señor, no haré más preguntas!!!
Steve colgó el teléfono y entró en la celda, donde le esperaba un hombre
con una gabardina oscura y un sombrero oscuro, a su lado el cuerpo
descompuesto y detrás tumbado en el suelo se encontraba el guarda, con
una almohada cubriéndole la cabeza.

El resto de prisioneros se encontraban dormidos y no se enteraron de lo
que estaba pasando. Rod le preguntó su nombre, pero un simple gesto de
negación con la cabeza fue suficiente para Rod.
Los dos cogieron los cuerpos y salieron de la penitenciaría sin ningún
problema. Había otras dos personas, que también cargaban con otros dos
cuerpos, también de guardas de seguridad. Se juntaron los cuatro y
metieron los cuatro cadáveres en una furgoneta negra. Los otros dos
hombres sacaron unos uniformes y entraron a la penitenciaria. En la
furgoneta estaba otro hombre en la zona del conductor que bajó también
con el uniforme a ocupar el puesto de los otros. El hombre de la gabardina,
subió al automóvil y Steve Rod se sentó en el asiento del acompañante.
Ninguno dijo nada. El viaje de unas dos horas fue completamente en
silencio. Aquel hombre paró delante de un hospital de Nueva York.
Salieron del coche y comenzaron a andar hasta llegar a recepción. El
hombre de la gabardina obligó a Steve a sentarse en uno de los bancos.
Aquel hombre tan misterioso agarró el teléfono e hizo una llamada. Luego
se sentó a su lado y le dijo: “acabo de llamar al médico que atendió a tu
compañero de celda”. Steve permaneció silencioso, observando. Al poco se
escucho por megafonía: “Ding, dong, ding, doctor Supotco baje a
recepción, por favor”. ¿Supotco?, se preguntó Steve, “ese nombre me
suena”. Siguió pensativo, mientras bajaba por la escalera un hombre con un
gorro de quirófano y una mascarilla que le tapaba media cara. En ese
momento Steve calló en la cuenta de que aquél nombre de Supotco lo vio
en aquella tarjetita que tenía el cadáver, por la parte delantera. El hombre
misterioso se levantó y saludó al doctor. Steve se levantó, y cuando fue a
darle la mano, aquel hombre se la quitó del medio y comenzó a reir. Steve
estuvo a punto de soltarle un puñetazo sino fuera porque aquella risa le
sonaba demasiado. Entonces Rod le quitó la mascarilla y cuán grata fue su
sorpresa cuando pudo reconocer al Orador dentro de aquella ropa de
matasanos. Se abrazaron fuertemente mientras se daban no menos fuertes
palmadas en la espalda. Entre tanto, el Orador comenzó a contarle lo
sucedido.

lunes, 19 de julio de 2010

PARTE PRIMERA (En la cárcel)

Rekrap, le dijo al joven policia: -“Agente Robie Carlson, su padre y su hermano estarían muy orgullosos de usted."- "Siempre a su servicio”.Respondió Carlson.
-“Muy bien agente Carlson, por el momento encárguese de llevar a este
joven a la comisaría”.
-“Como mande mi Capitán”

-“Yo mientras tanto, haré un informe para ascenderte, muchacho. Ahora vete”.
-“Sí, señor. Y gracias señor”.

El agente Carlson, condujo a Steve hasta la comisaría. Una vez allí, le
metió en una de las cuatro celdas que allí se encontraban. Steve, que estaba
destrozado, no opuso resistencia, pero eso no le impedía odiar al asesino de
Nikana, el agente Robie Carlson. A la mañana siguiente, Steve Rod, fue
llevado a un juicio, en el que se le imputaban los cargos de homicidios,
robos, secuestros y multitud de crímenes cometidos a lo largo de veinte
años. Fue un juicio rápido, en el cuál Steve Rod fue condenado a cadena
perpetua en la penitenciaria de Nueva York.

Cuando entró, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, y algo le decía que
no le iba a ir del todo bien. A medida que iba avanzando por el pasillo,
podía escuchar los gritos de apoyo de todos los allí presentes. “The Boss”
había sido para todos ellos una fuente de inspiración. Cuando le metieron
en la celda, un olor fuerte, le sobrecogió. No sabía exactamente de qué
podía ser, pero le sonaba aquel olor. Su compañero de celda era según le
comentó el Alcaide “El Orador”, que descansaba en la litera de arriba.
Según dijo el guardia, le entró un fuerte dolor de estómago y llamaron a un
médico esa misma mañana. Este al salir les dijo que le dejaran descansar
durante unos días y que no se preocupasen por cambiarle porque cualquier
movimiento podría destrozarle por dentro.

El guardia al principio no estaba seguro de lo que le decía, pero la manera
de hablar y de expresarse de aquel médico era tan convincente que no dudó
en hacerle caso. Por lo tanto no tenía porqué preocuparse por el olor. El guarda se marchó y
Steve se tumbó en la litera. Pero el olor era demasiado intenso y Steve no
podía creer que “El Orador” estuviese allí tumbado durante días sin
moverse. Así que se levantó y decidió cogerle, sin preguntar siquiera.

El olor que tanto le sonaba no podía ser otro que el de la muerte. Cogiendo de
las sábanas agarró al cuerpo inmóvil, temiéndose lo peor. Entonces, Steve
le quitó la sábana de la cara y encontró un rostro casi descompuesto, pero
todavía podían distinguirse rasgos de la cara. Cuando hubo examinado el
cuerpo, cogió una tarjeta que tenía en el bolsillo. Cuando la leyó, Steve
comenzó a reír, se quedó durante quince minutos riendo sin parar, a pesar
del tremendo olor que despedía el cuerpo. Steve, agarró fuerte la tarjeta y
se la guardó en el bolsillo. Entonces avisó al guarda, que vino corriendo,
para ver qué ocurría, y cuando miró el cuerpo descompuesto, le dieron unas
fuertes arcadas, pero no llegó a vomitar. Cuando se le pasó el sobresalto, se
puso nervioso sin saber que hacer. Se notaba que era un guardia novato. El
guarda dijo que lo llevaría al hospital y que le practicasen la autopsia para
saber la causa de su muerte. Steve le tranquilizó y le dijo que se deshiciese
del cadáver, pero sin que nadie supiese nada, pues podrían acusarle de
homicidio voluntario por dejarle morir. Entonces el guarda, aún más
nervioso, le dijo que eso sería imposible, que no podía hacer nada. Steve le
dio unos toques en la espalda y le comentó que él podría ayudarle a cambio
de que le dejara hacer una llamada por teléfono. El guarda después de
muchas deliberaciones, aceptó la propuesta. Llevó a Steve hasta una sala
cerrada con un teléfono encima de una mesa. Steve sacó la tarjeta y marcó
un número de teléfono que venía en la parte trasera de la misma...

jueves, 15 de julio de 2010

PARTE PRIMERA (El grupo)

Steve, salió corriendo y se dirigió hasta la casa de Alison Roosevelt. Serían
las cuatro de la mañana. Alison abrió la puerta y le dijo que subiese a su
habitación. Allí le contó lo ocurrido. No podía dar crédito a lo que
escuchaban sus oídos. No podía creer, que ese niño de ocho años, tímido,
que nunca hablaba con nadie, hubiese matado a su propio padre. Ella le dijo
que tenía que marcharse lejos muy lejos. Debía viajar hasta Nueva York.
Fue un viaje muy duro. Iba de coche en coche, comiendo de lo que podía
robar y escuchando por radio todo tipo de noticias ajenas a él: “El
presidente Eisenhower, intenta ayudar a las tropas norteamericanas en
Laos.” “ El Pionner IV disparado desde cabo Cañaveral (Cabo Kennedy),
entra en la órbita solar”. Fue un año, el de 1959, que nunca olvidaría Steve.
Y así llegó a Nueva York, sin nada ni nadie. Tendría que ganarse la vida en
la calle. Pronto se puso a trabajar como repartidor de periódicos. No le
servía de mucho. Pero suficiente para sobrevivir en ese mundo, nuevo para
él. Steve, fue creciendo y aprendiendo cosas de la calle. Pronto a los 15
años, cometió su primer robo. Formó un grupo de cinco personas. Él se
hacía llamar “The Boss (El jefe)”. Junto con Steve, se encontraban:
“Nikana”, una joven ágil y rápida. “Remoh”, un inmigrante ruso, fuerte y
robusto. “Red Neb (Pico Rojo)”, conocedor de las mejores técnicas del
robo. Y “The Speaker(El Orador)”. Durante la época de los sesenta y
setenta, fueron un quebradero de cabeza para la poli de N.Y.
Pero fue en uno de esos robos donde acabaría todo. El Orador, experto en
distraer a las víctimas, sufrió un ataque al corazón, mientras hablaba con la
víctima. Esto hizo que la persona en cuestión, entrase en casa a llamar a la
ambulancia. Entonces vio como desvalijaban su casa y llamó también a la
policía, que llegó rápidamente. Escaparon todos menos El Orador. La
policía le interrogó y le dieron unas palizas tremendas, hasta que
consiguieron el lugar donde se alojaban. La policía y el F.B.I. acudieron
allí, y fue donde se produjo un increíble tiroteo. Remoh disparó primero y
mató a un agente de la policía. Los agentes dispararon, pero fallaron, pues
5
ellos estaban en un almacén de cajas, ocultándose de la policía. Los agentes
entraron en el almacén, y allí se produjo un intenso cruce de disparos.
Red Neb y Remoh murieron acribillados, junto con seis agentes del F.B.I. y
cinco del cuerpo de policía. Nikana y Steve, corrieron como nunca lo
habían hecho antes, esquivando las balas una y otra vez. Atravesaron la
puerta trasera y se dirigieron a un callejón, que parecía no acabar. Pero
entonces, un joven policía recién llegado al cuerpo, se cruzó con ellos y les
reconoció. El joven sacó la pistola y les apuntó. Ellos se quedaron quietos
por un instante, pero Nikana, sacó un cuchillo y se abalanzó sobre el joven
policía, que no pudo hacer otra cosa más que apretar el gatillo, como le
habían enseñado. Nikana quedó tendida en el suelo, muerta. Para Steve,
Nikana era mucho más que una amiga. Steve no paró de llorar hasta que
llegó el coche patrulla de la policía. De él se bajo un hombre alto, fuerte, y
bastante mayor. Era el Capitán de la policía Peter Rekrap.

domingo, 11 de julio de 2010

PARTE PRIMERA (Padre, Hijo y Espíritu Santo)

Steve Rod, nació en Waterloo (Iowa), fue el pequeño de siete hermanos y
el favorito de mamá, lo que provocaba que sus seis hermanos fuesen a
paliza diaria con el pequeño Steve. Él odiaba a sus hermanos y también a
su padre, Norman Rod, un cura de poca monta que solamente ejercía los
domingos por las mañanas. Era sabido por todos que todo el sueldo que
ganaba, se lo gastaba por las noches en tabaco, alcohol y prostitutas. Cada
vez que llegaba a casa por las noches a eso de las tres o cuatro de la
mañana, despertaba a toda la familia con sus cánticos religiosos mientras todos
permanecían en silencio en sus camas. Poco más tarde hacía levantar de la
cama a su esposa y le obligaba a que le preparase la cena. Cuando la cena
estaba ya en la mesa, Norman siempre cogía el plato y lo estrellaba contra
la pared, a la vez que gritaba: -“Maldita zorra, las putas del bar de abajo
hacen mejores comidas que tú”. Todo esto acompañado de unas palizas que
se podían sentir casi en tu propia piel. Steve temía a su padre, al igual que
sus hermanos, pues si salían en defensa de su madre, sabían que ellos
podían correr la misma suerte. Aún así, no podían disimular el odio que le
tenían. Nunca le saludaban, nunca le miraban a los ojos cuando hablaban
con él. Algo parecido ocurría con su madre, a la que tampoco podían
mirarla a los ojos, aunque por razones muy distintas, es obvio. Pero
Norman tenía la sangre muy fría, era capaz de salir a la calle y hacer como
si no hubiese ocurrido nada. A pesar de todo esto, Norman era un hombre
respetado por todos, sobre todo por que era el que más dinero ponía para
ayudar al ayuntamiento.
Todo cambió una noche, en la que como siempre Norman llegaba a casa
borracho. Hizo bajar a su mujer, pero esta agarró un cuchillo de cocina.
Bajó las escaleras y comenzó a coquetear con su marido. Él, en su estado,
le siguió el juego, y dijo: -“ Está bien zorra, haremos el amor si eso es lo
que quieres, me vendrá bien un poco de sexo antes de pegarte una paliza.
Desde que se fueron de vacaciones esas putas, no tengo tanta fuerza como
antes”. Entonces, subieron a la habitación y cuando Norman se estaba
quitando la parte de arriba, su mujer intentó asestarle una puñalada, pero
Norman agarró fuerte su brazo y consiguió arrebatarle el cuchillo. Ella
comenzó a chillar. Steve, llorando bajó al salón, abrió el armario y cogió la
escopeta de aire comprimido, con la que su padre y él iban a cazar jabalíes,
aunque a Steve no le gustaba matar jabalíes. Su padre siempre le decía:
“Hijo mío, los cerdos no tienen sentimientos, los cerdos nunca lloran”.
Subió las escaleras, empujó la puerta que estaba entre abierta, y pudo ver la
pelea que mantenía Norman con su esposa. Steve ya tenía el objetivo, solo
tenía que apretar el gatillo, pero una fuerza le impedía disparar.

Pero Norman, el cura borracho en un gesto por deshacerse del brazo de su
mujer, elevó el brazo sin percatarse de que tenía el cuchillo y le cortó el
cuello a su esposa, que cayó al suelo desangrándose. Norman se puso de
rodillas y comenzó a llorar y a santiguarse repetidamente. Steve se acercó, y al ver a su madre muerta en
el suelo, miró a su padre, él le devolvió la mirada. Norman no podía dejar
de llorar y le decía a su hijo que dejase el arma en el suelo y se fuese a
dormir, pero Steve volvió a mirar a su padre y le dijo: “Padre, ¿se puede
saber qué estás haciendo?, los cerdos nunca lloran”. Apuntó a la cabeza de
Norman y disparó.

viernes, 9 de julio de 2010

PARTE PRIMERA (Condenado)



Me llamo Michael Rock. Antes fui un héroe del Cuerpo de Policía de
Nueva York. Ahora, trabajo para Fredy Stone, uno de los grandes capos dela mafia neoyorquina. 
Todo empezó el día que recibí la medalla que me asignaba como un héroe. Todo Estados Unidos me aclamaba.


Entonces vi a mi mujer que se encontraba con el Secretario del Estado Mayor, Steven
Rod. Estaban en las sillas donde las personalidades más importantes se
sentaban, mirando la entrega y escuchando el himno americano. Tenían mi
mujer y Steve una copa de champán en la mano. Se miraban y se reían. No
sé que estarían hablando, la música estaba demasiado alta como para
escuchar algo. En aquel momento yo no le di importancia.
Por la noche se celebró una cena en mi casa, una casa de dos pisos, con un
jardín y con la fachada de color blanca. Era la típica casa americana. Allí
acudieron todas las personalidades, incluido el Secretario de Estado y su
mujer, la señora Rod. La noche transcurrió tranquila, todos bailaban y
cantaban en mi honor. Entonces vi a la señora Rod, sentada en el sofá,
bebiendo la que debería ser su sexta copa. Se la veía preocupada. Me
acerqué a ella y le pregunté por dónde andaba su marido. Ella me miró y
escupió todo el alcohol que tenía acumulado en la boca, posteriormente se
echó a reír y me dijo: “ Señor Rock, permítame decirle que mi marido
desapareció de este salón hace ya un buen rato. Y se marchó muy bien
acompañado”. Entonces fui a llamar a mi esposa Madeleine, pero no estaba
en el salón. Fue en ese mismo instante cuando vi la cabeza de Fredy Stone,
me miró fijamente a los ojos, y luego me llamó con su mano izquierda. Me
acerqué hasta él y me dijo que fuese a la cocina un momento y que echase a
los cocineros de allí durante unos minutos. Me dirigí a la cocina y llamé al
jefe de cocineros, Esteban Rico. Esteban era un hombre mejicano de
mediana edad, le conocí en mi boda, hace ya unos diez años, desde
entonces me ha servido sin errores. Le dije a Esteban que se marchase con
sus ayudantes al jardín durante unos segundos. Cuando se marcharon,
Fredy Stone, entró en la cocina, yo tenía un poco de miedo, pues era el
grande, el que controlaba toda la ciudad y más. Se me acercó y me dijo:
“¿Cuál es la razón por la que tiemblan tus manos?, ¿Acaso estás
preocupado?”. Lo cierto es que sí que estaba preocupado, pues no veía a mi
mujer. Entonces me dijo: “Si estás preocupado porque no sabes dónde está
tu esposa, tranquilo, la vi subir hacia tu habitación hace un rato”. Mis
manos dejaron de temblar por un instante, luego continuó:“Ahora, coge
esto, (sacó una pistola Socom con silenciador), sube a tu habitación y haz
lo que creas necesario, no te preocupes por tu futuro” Cogí la pistola y
todavía no comprendía por qué la agarre.
El caso es que ya no me temblaban las manos, así que la guardé en la parte
de atrás de mis pantalones y salí de la cocina. Atravesé todo el salón, y vi al
jefe de la policía, Robie Carlson, que me miraba inquieto. Comencé a subir
las escaleras, las subía despacio, silenciosamente, entonces escuché las
risas de mi mujer, cada vez estaba más preocupado, y mil pensamientos se
me vinieron a la cabeza. Cuando llegué a la puerta de mi habitación, la
comencé a abrir poco a poco, entonces entré y vi a mi mujer desnuda sobre
la cama y al Secretario de Estado, con ella, haciéndole el amor. La ira se
apoderó de mí. Saqué la pistola, me acerqué un poco más y cuando les
tenía a tiro disparé sobre la cabeza de Steve Rod, atravesando también la
cabeza de Madeleine
Aquellos momentos fueron los momentos más duros de toda mi vida.
En ese mismo instante, el jefe Carlson, entró en mi habitación. 
Era como si hubiese seguido mis silenciosos pasos, desde que
me vio pasar por el salón. Me agarró fuerte el brazo, y me quitó la pistola
de las manos. Yo no opuse resistencia alguna, estaba totalmente
destrozado. Carlson me miró y me dijo: “Hijo mío, acabas de perder en dos
segundos, todo lo que habías ganado durante toda tu vida”. Enseguida,
todos se alertaron cuando llegaron la ambulancia y los coches de policía.
La prensa, estaba fuera, esperando que dijese que los maté. Cuando salía de
la casa, vi el rostro descompuesto de la señora Rod, estaba totalmente
pálida. Al salir por la puerta, los flashes de las cámaras me cegaron, pero
pude ver a Fredy Stone, pude ver como levantaba su mano izquierda y
cómo levantaba su dedo pulgar, mientras me dedicaba una fría sonrisa.
Pasé la noche en comisaría y hasta que conseguí dormir, no hacía más que
pensar en la sonrisa escalofriante y oscura de Fredy.

Breve presentación

Quiero presentaros a los pocos que me leáis una historia en la que llevo unos añitos trabajando.

Obviamente con largos parones en los que la inspiración brillaba por su ausencia, pero creo que las prisas con estas cosas no son buenas y las cosas deben hacerse cuando uno está realmente preparado para continuar. Por lo tanto creo que cuando he continuado con la historia es porque creía que podía hacerlo bien y hacer que cada página sea mejor que la anterior.

Posiblemente lo esté consiguiendo o quizás no...por eso me gustaría que me ayudarais con esto.
Simplemente leyéndolo y comentando con vuestra opinión, criticándome tanto para bien como para mal. Qué cambiaríais, que os gusta, que no, qué esperáis que ocurra, que personajes os llegan más, cuáles menos, etc etc
Todo lo que comentéis me ayudará a continuar escribiendo

Iré publicándolo varias páginas por semana. Espero que la lectura por aquí no se haga dificil.

Gracias a todos de antemano

Javier Correa

                                                                                                                                              "mpltedm"

   

miércoles, 7 de julio de 2010

VICENTE

Noche… nieve… calma…perfecto el momento era junto a la luz de una hoguera.
Al lado, sentado un niño, frio…blanco…en silencio, tenia un dolor muy adentro.
Sus lágrimas que morían en su sonrisa, sonrisa de locura…soñando que lo sucedido jamás habia
ocurrido.

Vicente le llamaba su madre, su padre apenas le llamaba.
Dos días, dos noches, encerrado en su habitación, no comía, no bebía, apenas sí se levantaba.
En su habitación..una muñeca de porcelana…en su regazo…su gato Fu le arropaba.

Golpes en la puerta daban, gritos, insultos y rabia.
“Abre ahora mismo, niñato,como sigas así te juro, te mato”
Vicente cerraba sus ojos, vicente agarraba a su gato.
Y mientras aquello ocurría tambores solo escuchaba, magia, risas y cantos.
Nada a Vicente dañaba, su padre apenas le llamaba.

El chico abría sus ojos, tras la tempestad viene la calma.
Enfrente la muñeca se encontraba, mirada fría,sonrisa endiablada.
Vicente ya levantado, fuertemente la agarraba.
“¡No me mires con esa cara!” gritaba…

La habitación a oscuras solo la Luna reflejaba, la muñeca de porcelana.
La ventana estaba abierta, solo unos metros de altura.
Atando bien sus dos sábanas bajo la ventana se hallaba.
Vicente tenía hambre… pero a esas horas ya nada abre.

Su gato Fu le seguía, corrían… corrían… lejos de aquella casa, donde nadie les veía.
Sus padres oyeron pisadas, y cuando salieron al jardín…
…pasaron bajo la ventana donde las sábanas tiradas, a Vicente delataban.

Con un candelabro en una mano y un palo en la otra, maldecía a Vicente por haber nacido.
Furioso, gritando que le encontraría, tras la última casa del pueblo,
en la cima de la colina, en el cementerio se metía.
La noche no se acababa, la nieve sobre el cementerio asomaba…
…las luces del candelabro…se apagaban.

Lápidas llenas de nieve, Vicente y su gato tras una, escondidos estaban.
“No hagas ruido Fu…”decía Vicente”…han oido nuestras pisadas”.
Vicente miró en la tumba de enfrente…un borracho yacía dormido encima .
Cansado de llorar a un amor pasado.

Vicente desvió su mirada, una luz a lo lejos se acercaba.
Era su padre con el palo envuelto en llamas.
Gritos y amenazas, a Vicente y Fu asustaban.
El gato del niño no se despegaba.

El hombre borracho del ruido se levantaba.
“¡Dejadme dormir con mi amada!” desconsolado gritaba.
El padre de Vicente apenas se inmutaba.
Y al pobre borracho la luz del palo en llamas le molestaba.

“¡Apaga la luz maldito!” y el borracho su botella de alcohol lanzaba.
La llama del palo se agigantaba.
Era su palo…con el padre envuelto en llamas…
“¡Vicente!” Un grito de auxilio le lanzaba.

Noche… nieve… calma…perfecto el momento era junto a la luz de una hoguera.
Al lado, sentado un niño, frio…blanco…en silencio, tenia un dolor muy adentro.
Sus lágrimas que morían en su sonrisa, sonrisa de locura…soñando que lo sucedido jamás habia
ocurrido.

Vicente su madre le llamaba, su padre….apenas le llamaba.

martes, 6 de julio de 2010

Lostville

Quiero contarte una historia de amor en un pueblo de un lugar perdido llamado
Lostville.
Ocurrió hará ya muchos, muchos años, en una casa enorme, era la casa más bonita de
todo el pueblo y estaba situada en una colina sobre el resto de casas. Era la zona con
mejores vistas de Lostville.

En esa casa habitaba un hombre triste, solitario y lleno de dolor. La gente siempre iba a
visitarle pero él nunca respondía a sus visitas. Siempre dormía en un lado de la cama.
Cada mañana abría los ojos y miraba hacia el otro lado, el cual estaba vacío y siempre
hecho. Siempre que se levantaba triste y solitario cantaba esta canción:

Cuando tú, cuando tú olvidas tu nombre
Cuando todas las antiguas caras te parecen las mismas
Encuéntrame en la mañana cuando despiertes
encuéntrame en la mañana entonces te despertarás
Si sólo no me doblo y me rompo
Te encontraré en el otro lado
Te encontraré en la luz
Si sólo no me asfixiara
Te encontraré en la mañana cuando despiertes
Enfermo de amor amargo y endurecido el corazón
Dolido esperando por comenzar una nueva vida
Encuéntrame en la mañana cuando despiertes
Encuéntrame en la mañana entonces despertarás
Si sólo no me doblo y me rompo
Te encontraré en el otro lado
Te encontraré en la luz
Si sólo no me asfixiara
Te encontraré en la mañana cuando despiertes
Si sólo no me doblo y me rompo
Te encontraré en el otro lado
Te encontraré en la luz
Si sólo no me asfixiara
Te encontraré en la mañana cuando despiertes

Una mañana abrió la ventana de su habitación que daba a un inmenso jardín y vio a un
joven llorando sentado en el césped. Se asomó un poco más y comenzó a gritarle para
que se marchara, pero el joven no le hacía caso. El hombre solitario se vistió y bajó al
jardín y acercándose al muchacho le dijo que se largara de su propiedad que su jardín no
era el regadero municipal. Pero el chico no se movía. Entonces el hombre le agarró del
brazo y le levantó y cuando vio los ojos llorosos de aquel chico que le miraba fijamente,
se vio reflejado y le preguntó:

-¿qué te pasa chico?, ¿eres infeliz? ¿se te a muerto alguien? ¿has matado o robado a
alguien?

El chico decía que no a cada una de sus preguntas con un gesto de cabeza

-¿entonces por qué te escondes? ¿Tu no eres de Lostville verdad? Tienes cara de haber
huido de algún lugar. Aquí solo viene la gente que huye de algún lado.

Se hizo un silencio y el chico respondió:

-me he escapado. No puedo volver del lugar de donde provengo pues allí solamente hay
dolor.

-¿Y qué dolor puede encontrar un joven en ese lugar del cual provienes? contexto el
hombre.

-El dolor del rechazo. Ella lo era todo para mí y yo ni tan siquiera le importo.
Seguramente desaparezca y ni se dará cuenta que falto. Dijo el joven

-¿Por qué no? ¿Acaso no es tu amiga?

-Sí; lo es; pero ahora ella tiene alguien mejor que yo.

El hombre empieza a caminar y le pide al joven que le siga.

-Escucha atentamente esto que voy a contarte. Lostville es la ciudad de nadie, el lugar
donde se pierden las personas que ya no les queda nada en la vida. (comienzan a subir a
la azotea de la casa desde donde puede verse todo el pueblo). ¿Ves a aquel hombre
vestido de etiqueta con un sombrero de copa y un bastón de oro macizo?(el joven
asiente con la cabeza) lo perdió todo en una partida de pocker, su dinero su casa, a su
mujer, que iba donde el dinero de su marido fuese y ese dinero ya no era de su marido
precisamente.

Yo sería feliz si fuese él, sin dinero, sin casa y sin una mujer como la
suya….. ¿a ti te gustaría tener una mujer como la suya?

-claro que no.

-¿Y ves a aquel señor corpulento que está sentado en aquel banco, con la mirada perdida
al cielo? (el chico asiente con la cabeza). Era uno de los más famosos actores de
hollywood.
Tenía un gran atractivo, un gran trabajo y una mujer que decía que le
quería…..jajaja…..al parecer ella se largó con uno de los directores con los que se
acostaba para conseguirle esos papeles importantes y con ella se largaron sus trabajos y
hasta su atractivo….yo sería feliz si una mujer como esa desapareciera de mi vida….el
está aquí….y están aquí porque no tienen confianza en sí mismos porque pensaban que
aquellas mujeres que un día conocieron y de las que un día creyeron enamorarse les
querrían para siempre.Y posiblemente así habría sido pero posiblemente no se habrían
molestado en cuidar de ellas en hacerlas sentir bien en quererlas cada día un poco más y
demostrárselo.

Posiblemente pensaron que con su dinero o con su cuerpo o con un par
de chistes y un par de copas lo tendrían todo solucionado. Pero posiblemente nunca se
pararon a preguntarlas que tal les había ido el día o si les necesitaban para algo o si
podían escuchar sus problemas o inquietudes…ahora son solo almas en pena, vacíos por
dentro, sin amor, sin vida, pensaban que querían y no lo hacían porque nunca llegaron a
conocer a la persona a la que pretendían amar.

Por eso están aquí hombres y mujeres
que solo tienen miedo y huyen de su pasado.

-Viejo ¿y tú por qué estás aquí? ¿tú de qué tienes miedo? ¿por qué huyes de tu pasado?

-Yo no huyo de mi pasado….solo lo espero.

-¿Y cómo puedes esperar que el pasado regrese al presente?¿ qué quieres decir viejo?

-Hace muchos años conocí a una chica….para mí la más bonita de la ciudad. Cada vez
que la miraba a los ojos me hacía vibrar! Nunca tuve el valor de decirla nada. Fueron
muchos años los que pasé así…mirándola a los ojos..sin decir una palabra.. no la
conocía por mí mismo pero todo el mundo decía de ella que era una chica genial, buena,
simpática, cariñosa y con carácter, alguien en quien podías confiar.

Cada mañana me levantaba temprano para ir a regarle sus flores, para trabajar en su casa para poder cocinarle sus platos favoritos, la regalaba bombones que le encantaban y escribía
canciones para ella pero nunca ponía el origen del regalo simplemente anónimo.

Hacía todo por y para ella, pero nunca conseguí decirla una palabra y nunca sospechó
que fuese yo ese anónimo… nunca sospechó que no hiciera mi trabajo solamente por
dinero, sino que lo hiciera por estar con ella…nunca lo sospechó.

Hasta que una mañana llegué a su casa a trabajar y pude ver que ella no estaba. Pregunté
a la señora de la casa donde se encontraba y me dijo que se había ido fuera a vivir con
un hombre al que apenas conocía.
La madre decía que le gustaba mucho y que quería marcharse con él. Y nunca más supe de ella. Jamás pude decirla que la quería, que la amaba más que nadie en el mundo, que me habría encantado poder hablar con ella y ser su mejor amigo y que disfrutaba estando a su lado aunque en ocasiones resultase duro.

Pero el amor a veces puede con todo….a veces…. Y se marchó; entonces dejé el
trabajo, mi casa, mis amigos lo dejé todo y comencé a correr y a llorar pensando en lo
estúpido que fui al no decirla nada en todo ese tiempo. Entonces me encontré con un
viejo y me dijo que existía un lugar llamado Lostville, donde acudían las personas que
no eran felices, que no tenían amor, que estaban vacías y que lo habían perdido todo.

Entonces preso de la tristeza pensé que aquel era el lugar donde debía dirigirme, donde
pensar y reflexionar y donde esperar a que algún día ella, decepcionada viniese a este
lugar, a Lostville, el lugar donde se pierden las almas.

-¿Y aún no ha vuelto?¿la sigue esperando verdad?

-¿Ves aquella casa pequeña medio derruida?(el chico asiente con la cabeza) allí vivía un
hombre que lo tenía todo dinero, buena salud, trabajo y una mujer que le quería.

-¿Qué le pasó a él?

- Según cuentan, le dio un ataque de locura y le quitó la vida a su mujer y huyó a
Lostville. Al parecer ella quería volver a su antigua vida, echaba de menos su casa, sus
padres, sus amigos y a un chico al cual nunca hablaba y al que quería más que a él.
Decían que ese chico la cuidaba, la protegía y la valoraba, pero que nunca se atrevieron
a decirse nada.
Nunca se dijeron lo que sentían, ni siquiera pudieron llegar a ser amigos.
Ella se marchó a su antigua casa a buscarle pero él ya no estaba allí. La gente lo daba
por muerto o por desaparecido. Cuando ella regresó con su marido. Él en un ataque de
celos la mató. Él murió poco tiempo después de una rara enfermedad y ahí en esa casa
está su tumba.

-¿Quieres decir entonces que ella nunca vendrá aquí? ¿Entonces a qué esperas?

-Lo que quiero decir chico, es que yo nunca tuve que hacer lo que hice y no quiero que
tú hagas lo mismo que yo. Yo nunca tuve la oportunidad de decirla cuánto la quería. Tú
sí tienes esa oportunidad. Vuelve a casa y demuéstrale cada día a esa chica que ella es lo
más importante en tu vida, que es ella la que hace que cada día sea primavera y que tu
primer pensamiento al levantarte sea ella.

Sé su amigo por encima de todo y si ella te rechaza tú no la rechaces a ella. Que te vea siempre a su lado cuando esté bien y cuando esté mal. Si se aleja de ti no la esperes ni esperes su fracaso ni que venga a Lostville como hice yo; ve tras ella y cuídala y si fracasa lucha con ella y ayúdala a levantarse.

Lucha siempre por lo que amas. Ahora vete de mi casa y de este maldito pueblo y
mantén tu ilusión viva.

-Viejo, ¿por qué no vienes conmigo?

-Porque este es mi lugar. Vine aquí a esperar mi pasado y aquí debo seguir esperando
mi hora, esperando la hora en la que pueda encontrarme con ella. Ya nada me espera en
la ciudad que un día abandoné. Este es ahora mi hogar.

-Adiós viejo. Gracias por devolverme la ilusión. La diré que la quiero cada día y se lo
demostraré. La demostraré que puedo ser su amigo y que nunca me perderá. Ojalá
encuentre pronto a su amada viejo y sean los dos felices.

El joven salió corriendo, abandonando Lostville para siempre, mientras el viejo regresó
a su habitación de la que no saldría más.

BY: JAVIER CORREA