martes, 14 de septiembre de 2010

PARTE PRIMERA (Otra puerta se cierra)



A la mañana siguiente, Rod le dijo a su mujer que se encontraba mal y que
no iría al trabajo. Mandó a Terry a que se lo dijese a su tío. Terry, llegó al
despacho de Stone: “¡¡Tío Fredy, Steven me pone los cuernos, por favor
haz algo!!”. – “Hija mía, ¿te a puesto alguna vez la mano encima?”.- “No,
pero no puedo seguir así”. – “Entonces yo no puedo hacer nada más hija
mía. No puedo meterme en el sagrado matrimonio. Y si quieres a tu tío, te
ruego que sigas con él”. – “Ayer vino a casa Umberto Verino”. –“¡¡Qué!!,
¿Qué es lo que quería?”. – “Escuché algo sobre que venía en nombre de
Rocco y que quería reunirse hoy en el Saboy, con él a las siete de la tarde”.

– “Maldito hijo de puta, por eso tu marido no va a poder venir hoy. Seguro
que ya está estudiando mejores ofertas.
Escúchame Terry. Quiero que le digas a Steve que voy a mandar a
Ekusonihs a atacar a uno de los hombres de Verino en la discoteca
compartida por nosotros, y quiero que le digas al resto de infiltrados que no
hace falta que vayan en su ayuda.” –“Pero tío, ¿sabes lo que estás diciendo?
Es Ekusonihs, y vas a utilizarlo como cobaya de laboratorio? Caerá como
chino”. –“Hija mía, nunca caerá como chino, caerá como japonés, como un
kamikaze japonés. Se sentirán orgullosos sus antepasados. Es más, ¿crees
que Verino se tragará que voy en serio si no mando a alguien como
Ekusonihs? Si Rod nos va a traicionar, Ekusonihs morirá, si no lo hace,
sobrevivirá”. Es preferible sacrificar a Ekusonihs, que vivir engañados y
con peligro de caer en manos de Verino, hija mía. Ahora vete y haz lo que
te digo”. – “Sí, tío”. – “Por cierto dile a Steven que se mejore”.
Terry regresó a su casa y le contó todo el plan que tenía preparado su padre
para acabar con uno de los hombres de Verino. Este escuchó atentamente y
le agradeció que su tío no le encargase esa misión. Terry se fue a dar un
paseo y Steve se quedó en casa. Eran las tres de la tarde y comenzó a sonar
el teléfono. Rod lo cogió al instante. -“Al habla Rod”. – “Rod , tú no me
conoces, pero yo a ti sí. Te he visto y me gusta tu forma de actuar”. –
“¿Qué es lo que quiere?”. – “En definitiva te quiero a ti Steven. Ya llevas
muchos años con ese Stone, muchos años trabajando como un peón. Ya es
hora de que pases a algo más serio”. -“¿A qué se refiere?”. –“ Veo que te
interesa. Eso está bien. Que te parece un trabajo digno de cualquier persona
honrada y trabajadora. Un puesto por el que la gente estudia durante años,
termina su carrera y solo unos pocos acceden a ello”. -“Suena bien. ¿Qué
trabajo es?”. – “Senador del Estado Mayor. ¿Qué te parece?”. –“Me parece
estupendo, pero…”. –“No se preocupe por la justicia, aquí la gente puede
permitir muchas cosas con un puñado de dólares en el bolsillo. Es más
todos tus antecedentes serán borrados del historial la prensa hablará
maravillas de ti. A cambio me conformo con que me digas algunos de los
movimientos que tiene pensado hacer Fredy Stone, ¿en qué piensa? Dímelo
ahora por adelantado y sólo faltará firmar un documento en el Saboy, en la
Séptima Avenida. No la rechaces. Dímelo ahora o no asistiré a nuestra
reunión”. -“¿Y quién me dice que no asistirá aunque se lo diga?”. –“¿Acaso
desconfía de la palabra de un buen siciliano? Le ruego no vuelva a dudar de
mi palabra Señor Rod”. –“Está bien, hasta ahora tan sólo sé que va a
atentar contra uno de tus hombres fuertes en la discoteca compartida.
Enviará a Ekusonihs a realizar el trabajo. Ya no sé más”. –“De acuerdo
Rod, ya no necesito saber más. Parlaremos molto avanti. Hasta las siete”.
Steve colgó el teléfono.

Rod estuvo un buen rato pensativo. Sabía que ya no había marcha atrás.
Había traicionado a su jefe, y había mandado a la muerte a su predecesor
Ekusonihs. Pero Steve ya no quería más. Él siempre apostaba por ser
mejor, llegar a ser alguien importante y no un asesino. Y sabía que la
opción de Verino era la única que tendría.

Dieron las siete de la tarde y Steven Rod se encontraba enfrente del Saboy.
El Saboy era un famoso restaurante de la Séptima Avenida, donde se
reunían las mafias, los espías y allí se resolvían muchos de los asuntos.
Cuando entró, un ambiente oscuro y lleno de humo donde apenas podías
respirar, le echó para atrás. Pero siguió adelante. A simple vista no podía
distinguir a nadie. Todos iban con trajes oscuros, algunos incluso con
sombrero puesto para evitar reencuentros con viejos amigos. Murmullos
italianos y de fondo canciones como La Traviata y clásicos italianos
inundaban el Saboy. Bajó las escaleras que se encontraban justo a la
entrada y cuando avanzó unos pocos metros un fuerte golpe en el hombro
le tiró al suelo. Cuando se levantó, un hombre corpulento comenzó a
farfullar en italiano y le agarró fuertemente por el cuello, elevándolo por
los aires y juntando la espalda de Steve con la pared. Steve empezó a notar
como se le paralizaban los brazos, y también las piernas, del tremendo
golpe que se había dado. Pronto comenzó a notar que le faltaba el aire y
apenas podía respirar en condiciones. Pero una mano, cogió el tremendo
brazo del gigante, que pronto soltó a Steve Rod, dejándole caer al suelo.
Cuando Steve recuperó el sentido, elevó su cabeza y aunque no podía ver
del todo bien, pudo reconocer a un hombre con chaqueta negra y rayas
blancas, con una flor de malva en el bolsillo superior de la chaqueta. Aquel
hombre le dijo unas palabras en italiano al gigante y reconoció enseguida la
voz. Era Rocco Verino. Rocco agarró de la mano a Steve y le levantó.
Steve notó una mano áspera, dura y muy fuerte. Era una mano pequeña,
pero tenía una fuerza impresionante. Rocco, saco una flor de su bolsillo y la
colocó en el bolsillo del gigante. Entonces comenzó a temblar aquel matón
como si de un niño pequeño asustado se tratase. Y cuando iba a salir por la
puerta, Rocco le dio un silbido. El matón se quedó quieto frente a la puerta,
y Rocco se acercó a él. Le agarró por los dos brazos y le dio la vuelta. Fue
entonces cuando le dio un beso en la frente. Steve aún veía borroso pero
observó como le caían unas grandes lágrimas a aquél gigante. Rocco se
puso a mi lado y le dijo al matón que saliese por la puerta, pero él parecía
resistirse, no quería salir fuera. Entonces Rocco llamó a dos hombres
bastante fuertes que estaban en la barra bebiendo. Se levantaron y le
agarraron. Nosotros nos dimos media vuelta para sentarnos en una mesa.

Steve miró hacia atrás y vio como le sacaban del Saboy. Siguieron andando
y un silencio se produjo en la sala cuando se escucharon unos fuertes
disparos de metralletas.

No hay comentarios: